Este noviembre se estrena el drama histórico, protagonizado por Joaquin Phoenix, acerca de la extraordinaria vida de Napoleón Bonaparte, donde Ridley Scott preparó una superproducción de una de las más célebres historias de amor de todos los tiempos.
El romance de Napoleón y Josefina pasó a la posteridad. En esta consideración influyeron una serie de factores. El principal es el relato propagandístico difundido por el propio régimen napoleónico: un Napoleón heroico, un nuevo césar combatiendo a los enemigos de la República por la gloria de Francia y, a su lado, su amorosa esposa, la dulce y distinguida Josefina, esperándolo.
Parece ser, sin embargo, que a pesar de la leyenda, la supuesta gran historia de amor entre Napoleón y Josefina siempre tuvo más de propaganda que de realidad.
NO CORRESPONDIDO
Josefina tenía 32 años cuando conoció a Bonaparte, siendo él seis años más joven. Ella estaba viuda de su primer marido, con el que había tenido dos hijos, Eugenio y Hortensia de Beauharmais.
Josefina provenía de una familia bastante acomodada que, no obstante, también tuvo épocas en las que pasaron dificultades. Cuando conoció a Bonaparte, este no era más que un militar; de hecho, cuando se casó con él no había ni siquiera comenzado a comandar las tropas que lo llevarían a la victoria y a convertirlo en emperador.
La historia de amor que se conoce de ellos es, sobre todo, gracias a las cartas que ella conservó de Napoleón, en las que se puede deducir perfectamente que estaba completamente enamorado de ella. Un amor que no fue, al menos al principio, correspondido de la misma manera. Josefina era una mujer experimentada y con una vida social extensa, aunque nunca fue una mujer que cultivara su intelecto.
Josefina y Bonaparte se conocieron en la casa de una amiga íntima de ella, Teresa Carrabús. Aunque el flechazo no fue mutuo, sí que ambos encontraron que tenían vidas similares. Los dos eran isleños, ella de Martinica y él de Córcega, ambos habían tenido la experiencia de una madre presente, dulce y disciplinada y todo lo contrario (también ambos) con respecto al padre alcohólico e irresponsable.
Cuando Napoleón conoció a Josefina se quedó completamente fascinado con ella. En solo seis meses se casó con ella en una ceremonia civil en el Ayuntamiento de París. En el acta matrimonial, ambos mintieron sobre su edad, ella se quitó cuatro años y él se sumó uno.
AMOR TÓXICO
Solo dos días después de su boda, Napoleón tuvo que partir a Italia al mando ya del Ejército francés, que acabó invadiendo aquel país.
Mientras Bonaparte estaba en sus tareas militares, Josefina disfrutaba del París más frívolo y divertido y siendo totalmente infiel a su marido. Infidelidades que llegaron a los oídos de su esposo, quien, ahí sí, decidió no transigir y, regresando de una expedición de Egipto y enfurecido por los celos, expulsó a Josefina del hogar conyugal. Pero de poco le sirvió porque enseguida la perdonó. Lo que sí logró es que nunca más le fuera infiel, probablemente por temor a un más que posible divorcio.
Ahí las tornas empezaron a cambiar y el que, en cambio, se convirtió en infiel fue él. Incluso se sabe que tuvo amoríos con damas de compañía de la propia Josefina, llegando a tener un hijo con una de ellas. A todo esto, la relación comenzó a deteriorarse porque Josefina no lograba quedarse embarazada.
Cuando Napoleón fue coronado emperador, hizo lo propio con su esposa. Él mismo le colocó la corona en la cabeza mientras ella se arrodillaba ante él. A pesar del amor que le profesó siempre a Josefina, Napoleón terminó cansándose de su disipada vida y del poco afecto que ella le mostraba a él.
Esto, unido a que nunca se quedó embarazada, le sirvió para solicitar el divorcio, algo más que imaginable debido al deterioro de la pareja.
Carta de Napoleón para Josefina, de mayo de 1796.
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